Las preciadas bellotas de las
encinas (Quercus rotundifolia)
esperan la llegada de la montanera, bien entrado el otoño, para alimentar a las
piaras de cerdos ibéricos que campean en nuestras dehesas pero también a los
animales salvajes como los ciervos, arrendajos y pajarillos como trepadores
azules y carboneros comunes. Una de las especies botánicas que cubrirá el
paisaje será la manzanilla loca (Anacyclus clavatus) cuya floración
invernal masiva pone un contrapunto de blancura entre el verdor constante de
olivares y dehesas.
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