La arquitectura vernácula hace
uso de los materiales locales disponibles, ejemplificando su adaptación a los
condicionantes ecológicos de las áreas culturales donde se desarrolla. En
Fregenal de La Sierra
(Badajoz), como ocurre en la Baja
Extremadura , el uso de la madera se centra casi siempre en
los elementos sustentados (armaduras y techumbres) y hace uso generalmente del
pino (Pinus sp.), nunca de la encina (Quercus rotundifolia), ya que la
conformación del tronco del árbol no permite su aplicación para la construcción
de vigas, maderos o rollizos.
De Oliva de La Frontera (Badajoz)
colgamos una imagen de un chozo, como ejemplo de la arquitectura más elemental,
levantado mediante la técnica de la piedra en seco, sin la utilización de ningún
tipo de argamasa. Todos estos inmuebles aparecen diseminados en nuestras
dehesas, en su mayoría en estado ruinoso, y son testimonio de la huella humana
sobre el entorno y la generación del paisaje. La crisis de la dehesa, con la pérdida
de centralidad de muchos de sus usos de antaño, en relación con el acusado
abandono rural que se produjo en nuestra tierra desde finales de los años
cincuenta del siglo XX, hicieron sucumbir muchas actividades agroganderas y,
con ellas, la arquitectura asociada a la ganadería y agricultura. De ningún
modo hemos de idealizar aquel contexto histórico indeseable (latifundismo,
absentismo, salarios indignos y explotación) pero sí dar a conocer esta
arquitectura precisamente para saber más de aquella realidad
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