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domingo, 23 de septiembre de 2012

Mito




Los pequeños mitos (Aegithalos caudatus) no superan los 11 centímetros, incluida su larga cola, y al igual que los carboneros y herrerillos forma animados bandos que recorren las zonas forestales e incluso los jardines urbanos que cuenten con buena cobertura de árboles. Son tan confiados que puedes permanecer bajo el arbolillo donde escudriñan en busca de pequeños insectos mostrándose indiferentes ante tu presencia, sin embargo, siempre me parecieron difíciles de fotografiar por su constante movimiento generado por esa conducta exploratoria tan arraigada. Estuvieron bastante tiempo ausentes del bebedero de Montánchez, pero el pasado verano merodearon por allí con frecuencia.

La primera vez que los vi fue en un olivar de Fregenal de La Sierra, a finales de los años ochenta, una de esas tardes grises de invierno que, sin embargo, tienen ese encanto especial para los amantes de las aves, pues es época donde hay muchas posibilidades de avistar especies interesantes. Y las aceitunas maduras las picotean encontrando en ellas un energético alimento vegetal. Precisamente, el primer nido que vi de la especie – por cierto, de los más artísticos de las aves ibéricas junto con el del pájaro moscón-  estaba entrelazado en las ramas de un olivo.

 

 

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