Los pequeños mitos (Aegithalos caudatus) no superan los 11 centímetros ,
incluida su larga cola, y al igual que los carboneros y herrerillos forma
animados bandos que recorren las zonas forestales e incluso los jardines
urbanos que cuenten con buena cobertura de árboles. Son tan confiados que
puedes permanecer bajo el arbolillo donde escudriñan en busca de pequeños
insectos mostrándose indiferentes ante tu presencia, sin embargo, siempre me
parecieron difíciles de fotografiar por su constante movimiento generado por
esa conducta exploratoria tan arraigada. Estuvieron bastante tiempo ausentes
del bebedero de Montánchez, pero el pasado verano merodearon por allí con
frecuencia.
La primera vez que los vi fue en un olivar de
Fregenal de La Sierra ,
a finales de los años ochenta, una de esas tardes grises de invierno que, sin
embargo, tienen ese encanto especial para los amantes de las aves, pues es época
donde hay muchas posibilidades de avistar especies interesantes. Y las
aceitunas maduras las picotean encontrando en ellas un energético alimento
vegetal. Precisamente, el primer nido que vi de la especie – por cierto, de los
más artísticos de las aves ibéricas junto con el del pájaro moscón- estaba entrelazado en las ramas de un olivo.
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