Hace una semana escuché el
inconfundible reclamo del petirrojo entre el Acueducto de Los Milagros y el Río
Albarregas (Mérida) A partir de ahora, llegarán masivamente desde Centroeuropa
para pasar todo el invierno en nuestras arboledas, jardines y dehesas, no
siendo raros en las avenidas de pueblos y ciudades flanqueadas por árboles. Su
comportamiento territorial está tan sólidamente forjado en sus genes que
incluso en esta época del año, fuera de los impulsos del celo, escucharemos su
melancólico canto desde primeras horas de la mañana. Hace algunos años que no
los observo en los jardincitos de la barriada de Santa Ana de Fregenal. Mis
padres y mis hermanos, al igual que yo, los echamos de menos por allí. Estas fotos fueron realizadas en el incomparable bebedero de La Fontanita (Montánchez) a finales de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario