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domingo, 3 de noviembre de 2013

Segunda primavera





Macrolepiota procera bajo alcornocal
Mosquitero común (Phylloscopus collybita) merodeando cerca del bebedero

Ejemplar de rana verde común (Pelophyllax perezi) con pigmentación muy oscura; casi negra.
Los frutos de la torvisca (Daphne gnidium) maduran estos días

3 noviembre de 2013
Tarde soleada con algunas nubes
La Fontanita; Montánchez (Cáceres)
Entre 16,40- 18,30 horas
El mes de noviembre nos recibe con el Día de Todos Los Santos; festividad donde se rinde culto a los difuntos. No obstante, en nuestras mediterráneas latitudes, esta fecha del santoral está lejos de coincidir con una coyuntura ajena a la vida, al contrario, nos sirve para tomar el pulso a la maduración de los frutos – cultivados o silvestres- pues caquis, membrillos y granadas se hallan en plena sazón para ser consumidos. Del mismo modo, las bellotas comienzan poco a poco a adquirir la tonalidad que les permitirá servir de alimento tanto al ganado porcino, a ovejas y cabras y a jabalíes y ciervos.
La naturaleza se manifiesta con alegría vital-como en una segunda primavera- por eso, nuestro paseo de tarde por los alrededores del castillo de Montánchez nos ha deleitado con la multitud de larvas de tritón pigmeo (Triturus pigmaeus) que luchan por completar su metamorfosis en el estanque de La Fontanita, donde, además, un ejemplar de rana verde común (Pelophylax perezi) con pigmentación inusualmente oscura nada con energía mientras descubro un ejemplar adulto de la primera especie. Los huevos de los gallipatos (Pleurodeles walt) se observan en el fondo y una salamandra común (Salamandra salamandra) se refugia en un trozo de corcho flotante tras, probablemente, caer por accidente al agua. Al contemplar tanta vida desafiando a los elementos en el estanque -algo fascinante- pienso en las posibilidades que tiene la conservación de la arquitectura vernácula asociada tradicionalmente a los usos del agua a la hora de convertir estanques, aljibes y demás infraestructuras similares en microrreservas para los anfibios.
Alrededor, entre chaparros y árboles frutales que circundan un huerto, se escuchan los reclamos de un animado bando de mitos (Aegithalos caudatus), pajarillos minúsculos y con larga cola de costumbres gregarias al llegar el otoño. Muchas aves se acercan al bebedero: varios gorriones comunes (Passer domesticus), algunos carboneros comunes (Parus major) y herrerillos (Cyanister caeruleus), una hembra de pinzón vulgar (Fringuilla coelebs) y un nervioso mosquitero común (Phylloscopus collybita). Cerca, escuchamos a una curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) y a un petirrojo (Erithacus rubecula), cuyo “pit pit” es uno de los sonidos inequívocos del otoño e invierno extremeños. También resulta audible el tosco reclamo de la curruca capirotada (Sylvia atricapilla), otro pájaro insectívoro que tras el verano se desplaza desde Europa central a nuestra plácida región, ocupando millones de ejemplares nuestras dehesas, olivares y jardines.
Las vistosas gallipiernas (Macrolepiota procera) crecen en la húmeda hierba bajo alcornoques y olivos, siendo una de la setas más espectaculares para el paseante; algo más discretas, pero abundantes, las volvarias (Volvariella speciosa), las cuales se dejan ver entre la hierba impregnada de goterones. También los frutos de la torvisca (Daphne gnidium) y el majuelo (Crataegus monogyna) exhiben sus frutos rojos, otra muestra de que nos hallamos en fechas de equinoccio.
Nota: En relación a las larvas de tritón pigmeo, cabe la posibilidad de que se traten de gallipato; el otro anfibio urodelo que coloniza el estanque, no obstante, me inclino más por el primero por las características de los especímenes, sin embargo, las frezas o huevos hallados sí pertenecen a la segunda especie

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