Hervás (Cáceres); los caminos empedrados se abren paso entre los bosquecillos de robles melojos
Todo paisaje, por definición, integra naturaleza y cultura. Fauna, flora y elementos abióticos conforman su personalidad igual que la fisonomía que adopta gracias a la huella humana, la cual crea prados, claros de bosque, aterrazamientos y demás elementos como la arquitectura asociada a trabajos conectados con la actividad agropecuaria. El trasiego humano generó también vías de comunicación; caminos vecinales que van abriéndose paso, como en los bosques caducifolios de la Alta Extremadura, donde las hojas de castaños y robles melojos tapizan en otoño e invierno las vías empedradas que conducían a los lugareños a las pequeñas parcelas de estas comarcas minifundistas . Por otro lado, los cerezos desnudos de follaje contrastan con los amarronados melojos, representando la creciente importancia de este árbol frutal en el norte extremeño en el último medio siglo. Corre una creencia generalizada en muchos de nuestros pueblos que considera que estos caminos herradura son de origen romano, pero la realidad es que muchos se configuran como tales hace un siglo o poco más, siendo parte de la memoria colectiva de las generaciones que nos precedieron.
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