Rana verde (Pelophylax perezi), soberbio ejemplar de unos 15 centímetros de longitud; Montánchez (Cáceres), 22 febrero de 2016
Detalle del ojo y tímpano
Las albercas y antiguos aljibes
de molinos harineros forman parte de paisaje, al igual que múltiples
manifestaciones de una arquitectura tradicional fuertemente constreñida por el
medio ecológico. Todos estos inmuebles e
ingenios, aunque hayan perdido en muchos casos su cometido originario, pueden
resignificarse gracias a la nueva funcionalidad que pueden adquirir, una de
ellas es la de convertirse en valiosas microrreservas para la fauna, y más
concretamente para los anfibios, vertebrados de sangre fría, descendientes de
aquellos primeros tetrápodos que evolucionaron a partir de una antiquísima
estirpe de peces que logró salir del agua y desarrollar respiración pulmonar
hace alrededor de 370 millones de años, en el Paleozoico, cuando aún no se
había desarrollado la clase de los reptiles, la cual dominaría las tierras emergidas
durante un largo período de la evolución biológica.
Esta tarde, el olivar y el huerto
de La Fontanita en Montánchez (Cáceres) se cubrían del amarillo de las plantas
compuestas, de geranios silvestres y de fumarias. Mientras, una gran águila
culebrera sobrevolaba majestuosa e impresionante el paraje, y una de las
primeras mariposas olmeras despierta de su hibernación para buscar restos de
frutas para libar y así obtener el dulce vital. El canto monótono y a la vez
musical del carbonero común se perdía en la profundidad de las encinas y
alcornoques. El pequeño estanque del olivar, rebosante de agua limpia y
cubierto en su superficie por una capa de limo, dejaba contemplar el celo de
los tritones pigmeos (Triturus pygmaeus),
pues los machos dejan ver su característica cresta caudal mientras las hembras
muestran sus partes ventrales abultadas, señal inequívoca de que albergan en su
interior los embriones que han de ser fecundados por sus compañeros. Del mismo
modo, el tritón ibérico (Lissotriton
boscai), otra especie con la que comparte hábitat, hace lo propio perdiéndose
bajo el líquido elemento. También el gallipato (Pleurodeles waltii), el anfibio urodelo más grande de Europa, nada
en las profundidades del estanque para buscar presas, entre las cuales pueden
estar las larvas de los otros tritones, también observables con sus características
branquias plumosas, e incluso las de su propia especie.
No podían faltar las prolíficas
ranas verdes (Pelophylax perezi),
pieza clave de las cadenas alimentarias de nuestros ecosistemas, habida cuenta
del amplio elenco de depredadores que la incluyen en la búsqueda de su pitanza,
siendo también ellas voraces cazadoras de insectos y otros animalillos. En esta
ocasión, me encuentro con un imponente ejemplar de algo más de 15 centímetros ,
robustas extremidades posteriores, y con una pigmentación muy oscura. Como
mecanismo de defensa pasiva, pliega la cabeza contra el suelo e hincha el
abdomen para dar la impresión de mayor tamaño, algo que también hacen los sapos
comunes y sapillos pintojos y que puede actuar como maniobra disuasoria frente
a determinados depredadores.
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