Fotos: María Jacinta Sánchez
Entre Navia y Onate (Asturias) nos encontramos paisajes como los de estas imágenes. Las manchas de bosque caducifolio autóctono alternan con verdes prados, entre los cuales pueden verse las pequeñas plantaciones de fabes -esa apreciada legumbre- y los centenares de hórreos destinados, sobre todo antaño, al almacenaje del maíz y otros productos agrícolas. La huella humana en el entorno es evidente pero en estos parajes, donde se suceden la superficie forestal y los espacios abiertos, se observan tanto especies propias del bosque como el reyezuelo listado y el arrendajo, como otras propias de áreas agrícolas como el verderón común, la abundante corneja negra y el escribano soteño. En terrenos más despejados suelen verse plantaciones de maíz siguiendo modelos intensivos y, por desgracia, basados en los transgénicos, pero aún pervive alguna pequeña plantación junto a los huertos y hórreos, entre los claros que dejan carballos, fresnos y avellanos, que nos pueden dar una pequeña idea de cómo fue la agricultura tradicional en estos atlánticos pagos. Asturias me ha dejado huella... es maravillosa.
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