Ayer, 22 de agosto,
en Montánchez (Cáceres), este joven arrendajo se refrescaba en el acogedor
bebedero ubicado bajo un alcornoque.
Si observamos
la distribución de la especie en Extremadura nos percataremos de su querencia
por áreas serranas y boscosas, alcanzando importantes densidades en los
robledales del norte cacereño y Las Villuercas (Anuario Adenex 2001-2003). Su
presencia aparece en la región transversalmente, es decir, en las Sierras de
Gredos, Monfragüe, Canchos de Ramiro y San Pedro-Montánchez en la Alta
Extremadura y en las Sierras Centrales de Badajoz y Sierra Morena en la
Extremadura meridional. Esto significa que evita los llanos y las comarcas más
deforestadas, así como las extensiones de regadío. El arrendajo es, pues, un
símbolo del bosque, un habitante de robledales, rebollares, hayedos y pinares,
pues en la España húmeda, la que queda fuera del espacio mediterráneo, es un
inquilino habitual del bosque caducifolio, como pudimos comprobar el pasado año
cuando visitamos una tierra maravillosa llamada Asturias.
En Fregenal de
La Sierra (Badajoz), lo vengo observando desde mediados de los años ochenta en
la campiña que se dispersa a partir de la zona norte de la localidad, una vez
dejamos atrás la barriada de Santa Ana, seguimos por el Camino de Las Huertas y llegamos
hasta las fincas La Aceña y El Cabezo. Se trata de espacios donde salpican
huertos de frutales y setos espesos a la vera del arroyo que bordea el camino;
la vegetación se ha cerrado cada vez más a medida que esta vía dejaba de tener
tráfico de vehículos de motor. Quizá esta circunstancia propició que colonizara más espacios de esta paraje,
pues los registros de la especie se han hecho más frecuentes en los
últimos años, circunstancia que compruebo en las anotaciones del cuaderno de
campo. Es curioso que otros córvidos de similar tamaño y muy prolíficos en la
mayor parte de la región, como el rabilargo y la urraca, no aparezcan en este
cuadrante del suroeste pacense, siendo en arrendajo el único córvido forestal.
Los que estéis en Fregenal y seáis aficionados al senderismo, quizá os haya picado la curiosidad de hacer la ruta del Camino de Las Huertas. Merece la pena por su camino angosto y lleno de vida en primavera, por los restos de molinos harineros, albercas y huertos y su rica fauna y flora. Estoy seguro que el arrendajo se os cruzará en vuestro camino. Su tamaño mediano, su peculiar reclamo histriónico y la mancha blanca en el obispillo (encima de la cola) que exhibe al volar, lo hacen inconfundible.
Son tan
bonitos que no dejo de sentir emoción cada vez que consigo avistarlos. Al
llegar el otoño tiene la costumbre de enterrar bellotas para contar con
provisiones invernales, las cuales transporta en su garganta, que puede
albergar hasta 9 de estos frutos mientras se desplaza al lugar idóneo para
ocultarlas. Como algunas acaban germinando es una especie interesante para la
regeneración natural de nuestros espacios boscosos, lo que le convirtió en el
símbolo del programa de voluntariado Plantabosques,
llevado a cabo por ADENEX (Asociación para la Defensa de la Naturaleza y los
Recursos de Extremadura)