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lunes, 1 de diciembre de 2014

Paisaje jerteño: el cerezo y el modus vivendi del Valle


Barrado (Cáceres); 24 noviembre de 2014. El cultivo del cerezo en bancales alterna con las manchas de robledal

Así apunta el otoño en esta localidad jerteña, cercana a La Vera. Las manchas de melojar o rebollar alternan con las plantaciones de cerezos que, desde los años sesenta del pasado siglo, transformaron radicalmente el paisaje del Valle del Jerte, hasta el punto de que la pequeña propiedad minufundista, seña de identidad del arco norte extremeño, se subsumió al cultivo de esta rosácea que atrae a miles de turistas durante la Fiesta del Cerezo en Flor.
No obstante, aún pueden contemplarse estos fragmentos de roble melojo (Quercus pirenaica), refugio de una nutrida avifauna, ecosistema rico en hongos y hábitat de pequeños reptiles, insectos y una interesante flora. El roble ya no tiene la importancia económica de antaño para estos núcleos montanos, lo que explica que no siempre nos encontramos discursos positivos sobre el ecosistema forestal entre los lugareños, los cuales suelen identificar al rebollo con el abandono y la matorralización, pero no olvidemos su baluarte para la conservación de la biodiversidad, para la fijación del suelo y lo que significó este árbol para las economías de las comarcas extremeñas más septentrionales, prueba evidente es la rica toponomia asociada a esta quercínea en estos lares, ya sea en el callejero local o en la denominación de las propias localidades. Y es que el cerezo forma parte del modus vivendi jerteño desde hace escaso tiempo. Merece la pena visitar la comarca en plena floración primaveral, pero tampoco es desdeñable el espectáculo de colores ocres y amarillos que ofrece el otoño.

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